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Una estabilidad inestable (o viceversa)

 

Artículo de Carla Fibla García-Sala para Mundo Negro

Dos años del Gobierno de Unidad en Sudán del Sur

El 22 de febrero de 2020, con siete meses de retraso, los eternos rivales Salva Kiir y Riek Machar formaban un Gobierno de unidad nacional que ponía fin a la guerra civil que comenzó en 2013. En dos años se ha avanzado poco hacia una paz duradera.

En la corta historia de Sudán del Sur como nación –obtuvo la independencia por referéndum en julio de 2011– las dificultades no han dejado de crecer: desde la falta de infraestructuras y de tecnócratas que organizaran y desarrollaran los pilares sobre los que debía construirse el nuevo país, a los enfrentamientos interétnicos y las dificultades de acceso a lugares remotos que, con facilidad, han caído en hambrunas o en situaciones extremas por inundaciones.

Apenas dos años después de la euforia desatada al alcanzar la independencia de Sudán, tras un enfrentamiento que duró décadas y que subyugó a los cristianos del sur del país, limitando tanto sus culto como las costumbres de los grupos étnicos, comenzó una guerra que aún no ha sido superada.

Sobre una población de 11 millones de personas, se estima que 400.000 personas perdieron la vida, cuatro millones se vieron obligados a abandonar sus hogares, 4,5 millones se encuentran en situación de inseguridad alimentaria y 860.000 menores están malnutridos. «El nivel de hambre ha alcanzado su máximo desde que se declaró su independencia en 2011 (…), se enfrenta a una de las mayores crisis alimentarias del mundo, con el 82 % de su población en situación de pobreza extrema y el 60 % haciendo frente a una inseguridad alimentaria crítica. En tres estados del país, 108.000 personas viven en condiciones cercanas a la hambruna», apuntó Oxfam en un informe sobre el efecto de la -covid-19 publicado en julio de 2021.

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